Brooklyn festeja su músculo literario
Una nueva generación de escritores, desde Jhumpa Lahiri a Nicole Krauss, han convertido este barrio en epítome de la vida literaria neoyorquina
Andrea Aguilar
Nueva York
25 SEP 2013 - 09:16 CET4
Puede que las novelas de Jonathan Lethem hayan migrado en los últimos
años a otros barrios, pero la vitalidad y fuerza del nervio literario
de Brooklyn está fuera de duda. El domingo cerca de 200 casetas que
ocupaban el paseo ajardinado frente al juzgado del downtown
eran una excelente prueba de la consolidación de esta pedanía como
potente centro libresco. Más allá de Paul Auster, de Malamud o Norman
Mailer, una nueva generación de escritores, desde Jhumpa Lahiri a Nicole
Krauss, han convertido Brooklyn en epítome de la vida literaria neoyorquina.
Además de librerías independientes de Williamsburg como Spoonbill
& Sugartown, especializada en libros de arte, o la tienda-editorial
Powerhouse books de DUMBO, y de los cada vez más numerosos sellos
asentados a este lado del East River como Verso o Melville, a la cita
otoñal instaurada hace tan sólo siete años acudieron actores clásicos de
la escena editorial como Penguin, universidades como Columbia, centros
culturales y más de una treintena de revistas, desde la brooklinita N+1
hasta New York Review of Books. El festival, que transcurre a lo largo
de una sola jornada, ha incluido este año una semana de actividades
paralelas. ”La escena de Brooklyn se ha convertido en referencia
obligada en el mundo literario”, escribe Evan Hughes en Literary Brooklyn.
“Hasta hace poco Manhattan era el faro intelectual y esto dejaba poco
espacio para imaginar Brooklyn como un lugar sofisticado y cosmopolita, a
pesar de su tamaño y diversidad. Si buscabas escritores se suponía que
tenías que ir al Greenwich Village”. Los más de 250 autores que firmaron
el domingo ejemplares en distintos puntos de la feria demostraron que
la brújula literaria marca hoy un destino distinto.
Una multitud desfiló ante los puestos y abarrotó las charlas y
coloquios que se celebraron desde las 10 hasta las seis de la tarde en 9
escenarios. En una de las salas del edificio de los juzgados un panel
trataba sobre Las Caras de Brooklyn y Adelle Waldman reflexionaba sobre
su experiencia como novelista en esta zona de Nueva York: “Soy de
Baltimore pero vivo aquí y mi novela ocurre aquí, así que la experiencia
que evoco es la de un trasplantado. Es algo complicado porque aunque te
sientas muy vinculado y estés muy orgulloso de este lugar, también
sabes que contribuyes a un cambio que no es enteramente positivo para
todo el mundo”. La transformación de Brooklyn implica el desplazamiento
forzoso de muchas familias humildes y trabajadores, la desaparición de
un paisaje sobre el que Pete Hamill, otro de los participantes en esta
charla ha escrito extensamente. “Yo crecí aquí y las calles estaban
llenas de personajes, vamos podía decirse que los personajes se
caían de las ventanas”, apuntó. “¿Escribir sobre escritores en
Brooklyn? Más vale no hablar de toda esa gente que se rasca el ombligo
esperando que la siguiente palabra que encuentren sea la acertada. ¡Si
tienes que hacer un personaje que no sea escritor por favor!”.
Una planta más abajo, en otra de las salas del juzgado el colombiano
Juan Gabriel Vásquez, el argentino Patricio Pron y la sudafricana Zoë
Wicomb abrían una ventana al mundo en un coloquio en torno a “Las
mentiras y los secretos históricos”. En la iglesia de St Anne Francine
Prose leía un extracto de Reinaldo Arenas en un acto de denuncia por la
vigilancia estatal y la NSA. Y en el zaguán de esta misma iglesia Tom
Wolf, el autor de “La hoguera de las vanidades”, vestido con su
inconfundible traje blanco, firmaba ejemplares. Si Wolf ha llegado a
Brooklyn, algo definitivamente ha cambiado. “Muchos de los personajes de
Woody Allen hoy vivirían en Brooklyn”, escribe Hughes. “Artistas
plásticos, músicos y diseñadores abundan entre los recién llegados pero
un número desproporcionado son editores, agentes literarios, escritores,
o una combinación de las tres cosas”. Su festival modesto y popular,
ofrece el toque cercano del que esta pedanía presume frente a Manhattan.
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