martes, 1 de septiembre de 2009

EL LUGAR DEL PUDOR

En su ensayo Ante el dolor de los demás (Alfaguara, traducción de Aurelio Major), Susan Sontag escribe que vivimos en un mundo de imágenes pero que, a la hora de recordar, "la fotografía cala más hondo". Dice también que "la fotografía es como una cita, una máxima o un proverbio". Apunto estas reflexiones porque la escritora estadounidense es una presencia abrumadora en la exposición Vida de una fotógrafa 1990-2005, que se exhibe en Madrid dentro del programa de PHotoEspaña. Se ha reunido ahí la selección de imágenes que hizo la propia Annie Leibovitz para resumir su trayectoria. Fue la compañera de Susan Sontag y fotografió su historia común, incluida la parte más dolorosa. En 1998 le diagnosticaron a la escritora un cáncer. La manera de llevar la enfermedad, su batalla: todo eso está en el trabajo de Annie Leibovitz. Sontag exploró en Ante el dolor de los demás la relación entre la fotografía y la guerra. Leibovitz (y también ella) nos colocan en este caso ante su propio dolor.

Es muy complicado intentar trasladar las emociones contrapuestas que genera la exposición de Annie Leibovitz, En gran formato están ahí las imágenes que la han hecho célebre y que, incluso en España, forman ya parte de la banda sonora de una época. Realizadas con una extrema perfección técnica, la mayoría son retratos de personajes famosos. Y han sido portada de las publicaciones con más glamour. No dicen gran cosa. Tienen la banalidad de lo previsible, una voluntad de provocación un tanto ingenua (el embarazo de Demi Moore) o procuran trasladar algún símbolo secreto (ahí está Bob Wilson posando con una inmensa bombilla encendida: ¿será la inspiración?). Seguro que Leibovitz quiso tratar de la belleza cuando fotografió a Leonardo DiCaprio con un cisne, o del poder cuando colocó a Colin Powell con su uniforme y sus medallas en un rotundo primer plano. Todo, por así decirlo, muy de andar por casa. Trivial.

En pequeño formato (casi siempre), y habitualmente en blanco y negro, están las imágenes que hizo Leibovitz de su familia (y de Susan Sontag). Cuando uno pasa del retrato del personaje público a las fotos de papá y de mamá y de la amada algo cambia bruscamente. Es cuando tiene razón Sontag cuando dice que la fotografía, a la hora de recordar, "cala más hondo". Hacemos y guardamos y coleccionamos imágenes porque conservan lo que pasó. Lo salvan de la tarea inclemente y parsimoniosa del tiempo, que todo lo masacra, y conservan las huellas de la propia intimidad, las cosas de nuestras vidas.

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